VERANO Y ¡¡¡SOL!!!


Los rayos solares nos aportan vitamina D, mejoran la circulación sanguínea, protegen de algunas infecciones, proporcionan una gran vitalidad… ¡y con la piel bronceada las imperfecciones y marcas de fatiga son menos visibles!


Pero sin querer ser catastrofista está claro que los posibles perjuicios de una falta de protección adecuada no compensan: deshidratación cutánea, quemaduras solares, envejecimiento prematuro de la piel, manchas epidérmicas… y en los casos más graves puede dar lugar al cáncer de piel.


Precauciones que debemos tomar:


* Evitar la exposición en las horas de mayor riesgo, cuando el sol está más alto.


* Cubrirse. Además del protector (que debemos aplicarnos por primera vez 30 minutos antes de exponernos al sol), es muy aconsejable de llevar ropa protectora, un sombrero o gorro con visera y gafas de sol.


* Impedir la exposición directa al sol de niños y bebés.


* Utilizar productos de protección solar en cantidades abundantes y frecuentemente (justo antes de la exposición, después de darte un baño o secarte con la toalla) prestando especial atención a las zonas sensibles: nariz, orejas, nuca, labios, etc.


* Usar foto-protectores que actúen tanto contra los rayos UVB (responsables de la quemadura solar) como contra los UVA (responsables del envejecimiento cutáneo).


* ¡Muévete! No es nada recomendable permanecer inmóvil al sol durante horas.


* ¡Protegernos siempre! Aunque esté nublado, debemos aplicarnos igualmente el foto-protector.
¡Ah! Y no olvides que conviene tomar precauciones también en la montaña –ya que al estar a más altura (y más cerca del sol), las radiaciones son más altas– y en la ciudad –ya que disfrutar de una terraza o del parque puede dar lugar a las primeras quemaduras solares.

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